OPINION: ¿Qué fue del city marketing en Puerto Montt?
Manuel Gallardo Fuentes
Consejo Décima Sur
Colegio de Periodistas de Chile
Cuando supe, hace ya cerca de un año, que un grupo de personas estaba impulsando un proyecto de desarrollo para Puerto Montt denominado City Marketing, me hice esperanzas.
Seguí con cierto interés el proceso. Hubo algunas reuniones, una ceremonia de lanzamiento y algo de publicidad. Se encargó incluso la aplicación de un estudio a la prestigiosa empresa Adimark.
Varios meses después, el mismísimo Roberto Méndez (dueño de Adimark), vino a la capital regional a presentar los resultados del estudio ante una ansiosa audiencia.
Los datos que arrojó la encuesta fueron ampliamente difundidos. Tantos puertomontinos felices, tantos infelices, tantos preocupados de la delincuencia, tantos de las áreas verdes, tantos contentos con la gastronomía y tantos molestos con la basura.
¿Una radiografía del ser puertomontino? Probablemente no. Más bien una fotografía del momento, como se suele definir a las encuestas. Un buen ejercicio, sin dudas, pero insuficiente si de lo que se trata es de elaborar un proyecto real de city marketing.
Solemos encandilarnos con las encuestas. Pero los estudios de opinión se hacen para tener datos que permitan comprender escenarios y diseñar estrategias, no para complacer las expectativas de quienes las encargan.
Es que los datos estadísticos son quizá los más atractivos de conocer, pero son también los menos relevantes si no existe un propósito claro acerca de lo que se espera lograr a partir de la información obtenida.
Hizo falta una reflexión más profunda respecto de los mensajes que estaban implícitos en la información que arrojó el estudio Adimark, a estas alturas ya por muchos olvidado.
El caso es que, a la fecha, de city marketing no hemos visto nada.
Qué es
La literatura señala que el término "city marketing" tuvo su origen en la difusión de las ventajas comparativas y de localización de las actividades económicas y de las ciudades. Su interpretación más reciente incluye la promoción de todos los aspectos que contribuyen al bienestar económico y a la calidad de vida de las ciudades.
En último término, hablamos de la intención de concebir la ciudad como una marca digna de ocupar un espacio en el mercado y de promover las cualidades y ventajas de un territorio urbano con un propósito claro ante un público específico, ya sea interno –reafirmar vínculos o crear nuevas percepciones en la propia comunidad- o externo –motivar a potenciales visitantes o inversionistas nacionales o extranjeros, en concordancia al resultado que se espera obtener-.
La práctica masiva del City Marketing es más bien reciente, pero hay ejemplos claros acerca del cultivo de marca-ciudad y el desarrollo de mercadeo de barrios, ciudades, regiones y países.
Barcelona es uno de esos ejemplos. La ciudad catalana es una marca en constante evolución. Barcelona es Gaudí y el Mediterráneo, y Barcelona también es Las Olimpiadas del 92 y el Forum de 2004. Cada tantos años, la ciudad se reinventa sobre la base de un concepto. La marca se diferencia y se revitaliza.
Definitivamente, para crear una marca-ciudad no basta con difundir sus paisajes, las características generales del territorio o la lista de restoranes del centro.
Cultivar una marca-ciudad es una tarea compleja cuyo primer paso es definir la identidad de la urbe y construir una imagen pública coherente con esa identidad y, por cierto, con el propósito que se espera alcanzar en este proceso. Todas las ciudades tienen identidad. Parte de la tarea es descubrirla.
Marca
De la suma de imagen e identidad emerge la marca.
¿Qué imagen ofrece Puerto Montt? ¿Cuál es su identidad? ¿Qué diferencia a Puerto Montt de las otras ciudades del sur? ¿Cuál es su historia, su visión de futuro y su promesa?
¿En que queremos convertir a la ciudad? ¿En un polo de inversiones? ¿En un destino turístico? ¿En un centro de servicios?
¿Dónde encontramos las respuestas a todas estas preguntas?
Por cierto no en estas líneas.
El city marketing es una herramienta de promoción que considera diagnósticos, estrategias y un plan de acción. Para su diseño y puesta en práctica, hace falta coordinación y compromiso.
Es un trabajo que requiere esmero, prolijidad y competencias profesionales que permitan aplicar, cuando menos, las nociones básicas de cultivo de marca al desarrollo de un concepto de ciudad. La ciudad que queremos, la que soñamos o la que tenemos.
Y es, por sobre todo, una tarea inclusiva que requiere la presencia activa de los actores públicos y privados y de la participación permanente de la comunidad.